Jordi Fernandez Blog

Taller en Buseu (2)

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En el primer día del taller, la actividad en el muladar era frenética.  Era el día de alimentación, ya que Jordi Canut trae comida a las colonias de buitres una vez a la semana.

Muy temprano por la mañana, justo después de la diana a las 8:00, ya veíamos, desde la casa, algunos quebrantahuesos que ya estaban volando sobre el muladar, en lo alto de la colina.  Cuando dejábamos la casa, y ayudábamos a Jordi a cargar la comida (pezuñas de cordero, principalmente) en el coche que utiliza habitualmente para llevar la comida al muladar, el movimiento en el aire iba en crescendo.  Ascendimos a la zona del muladar a pie, mientras Jordi transportaba nuestras bolsas y la comida en el coche.  Mientras íbamos ascendiendo, íbamos observando una concentración siempre creciente de buitres en el cielo, ya que todos los buitres leonados en la zona estaban atraídos por el patrón que ya reconocían, del coche de Jordi acercándose (que significa comida para ellos).

Cuando llegamos al muladar, había más de 200 buitres leonados volando sobre nosotros, en círculos muy cerrados sobre el coche y el muladar, mientras los quebrantahuesos mantenían una distancia relativa, intentando no mezclarse en la congestión aérea.

Nos instalamos en los dos hides en la parte baja del muladar. Antonio, Goyo y yo en uno, y Angel y Juan Carlos en el segundo, más pequeño.  Jordi esperó a que estuviéramos instalados en los hides para sacar del coche los contenedores con la comida.

Entonces, de pronto, la acción se desencadenó. Los más de 200 leonados que estaban volando sobre el muladar aterrizaron al mismo tiempo, cubriendo el suelo con una alfombra parda de cuerpos y plumas en movimiento, mientras intentaban conseguir cualquier pieza de carne fresca en los huesos desperdigados por toda la ladera.

Realicé muy pocas fotografías en ese periodo, tan asombrado por la escena como confuso (como Antonio nos había avisado) con tanta acción sucediendo al mismo tiempo, sin saber a dónde apuntar la cámara.  Mientras tanto, los quebrantahuesos estaban esperando su turno en un discreto segundo plano.

Una vez finalizó la locura inicial, y la mayor parte de los buitres leonados ya se habían alejado, los quebrantahuesos empezaron a aterrizar, y nuestra actividad fotográfica realmente empezó.

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